viernes, 20 de diciembre de 2013

THREQUELHUECUVU

Quiero compartir con ustedes, y ojalá discutir, esos momentos que nos sorprende de los procesos de evaluación psicológica, esos que diariamente estamos expuestos. De vivenciar esos criterios que están fuera de los manuales, que se encuentran en el lenguaje de quienes evaluamos, que se encuentran en lo más profundo de las tradiciones, del folcklore... de esas narrativas que sólo tienen forma en lo más subjetivo de cada evaluado. Quiero hacerlos partícipes de mi sorpresa, de que puedan ver lo que alguna vez pude escuchar, máxima que leí en Nasio y que gracias a mi trabajo como evaluador en Gendarmería de Chile, pude hacerlo praxis.


Cuando tuve que evaluar a quien llamaremos Painefilo (culebra tornasolada en mapudungun), por un delito sexual, lo tomé como parte de la rutina evaluativa, pero nunca con la idea de que iba a ser uno de los más enriquecedores de mis historia como Perito Psicólogo. 

Era un sujeto silencioso, no asumía su imputación, no era un sujeto inteligente, tampoco seductor,  había algo en la contratransferencia que me pulsaba que decía que el caso no iba bien.


Painefilo dió una entrevista común, mostró su mal humor, pero sin desbordes. No quiso ser el malo, pero tampoco el bueno, algo avisoraba que en la película de Sergio Leone, sería el "feo".

Con esa duda y malestar pasamos al Test Rorschach. Fue una aplicación lenta, con poca producción, frases cortas de dos palabras y fiel a su estilo llegamos a la lámina VI: "El cuero" y listo, eso fue todo. Pensaba en muchas posibilidades, porque no dijo "un cuero", utiliza "EL", el que me deja en el vilo de la sospecha. 














Al localizar todo empieza a tomar forma, Painefilo responde a esta lámina: "(...) si lo vemos por la parte mitológica: este cuero… me trajo recuerdo de la mitología del Sur… si no pasaba la prueba de brujo era tirado al río y se convertía en un cuero… cuando era rechazado… me encanta leer ciencias ocultas y religión (...)".


Si bien los cómputos no eran concluyentes con la estructura psicopatológica, sus contenidos estaban confirmando su vivencia y experiencia sexual. Pero como buen interesado en la historia y en la estructuración de los significados, resultaba urgente conocer de este mito ajeno a mi cultura.

Encontré en la mitología chilota* este desconocido “cuero”, mito se conoce como THREQUELHUECUVU, palabra  huilliche** que da cuenta de un cuero (thrulque) y de un genio maléfico (huecuvu). 

Painefilo contaba, a través de la mitología huilliche, todo lo que su silencio prentendía ocultar. Este cuero , era la de un vacuno extendido de gran tamaño, con filudas garras en sus bordes, con tentáculos y ojos rojos saltones, por debajo de su cuerpo tiene una gran ventosa la cual succiona la sangre de sus víctimas También se le conoce como cuero de agua, la manta o la manta del diablo.



Habitaría ríos, lagos, lagunas y mares, pero en especial en aquellas más pequeñas y más oscuras. 

Se desplazaría suavemente por las aguas, cuando su víctima está buscando su alimento en la orilla o cuando se están bañando. Hipnotiza al infortunado, hace subir el nivel de las aguas y cuando éste se lo permite, rápidamente envuelve a su víctima y lo arrastra hasta el fondo del río o laguna, donde le succionará su sangre hasta acabar con su vida.


Me sorprendió que la metáfora de “el cuero” haya sido tan explicativa de un tipo de abuso sexual, del acecho, de la preparación, del hechizo a la víctima, de la conducta parasitaria y agresiva que devasta el psiquismo de sus víctimas. Pero más sorpresa aún, es que un imputado por abuso sexual la elija como metáfora y respuesta a la lámina VI, que la conocemos como la lámina de la provocación sexual o erótica, a la imagen del yo frente a ella, a la forma de reaccionar ante ellas.




Ahora bien, seguí pensando que etimológicamente  "el cuero" en cuanto "Thrulque", estaba resuelto. Pero de dónde viene esto de "genio maléfico", la parte "Huecuvu" de la palabra.

Reza la leyenda huilliche que para ser un brujo y tener estos grandes poderes se debe desear con toda el alma, pedirlo a un consejo de brujos y renunciar a lo que más se  ama. Es necesario que ante el consejo se traiga el tibio corazón del ser amado, el más amado de todos: su hijo, su hija, su esposa o su madre. Los postulantes que no tenían el coraje de hacerlo, traían el corazón del primer animal que se cruzaba en su camino, sin saber que en el momento de entregarlo iban a tener una prueba de realidad: sumergirse en el río. Si cumplía con la promesa, de esas aguas oscuras saldría el brujo; si mintió: será el cuero, será el solitario y errante cazador de la desestima.


Esta leyenda me permitió conocer una dinámica velada del abusador sexual: que esta patología de acto podría ocultar un daño profundo de no renunciar a lo amado, a lo más deseado. Se tiene que dañar a otros para proteger a lo que más se ama, se tiene que depredar a otros como pago del rechazo a no dañar a quién si debería haberse dañado.


Les dejo esta reflexión, porque puede ser una grieta en la entrada comprensiva de los que tradicionalmente se les dice “los sin tratamiento”, “los difíciles”, “los imposibles”, a los que no se trata por que no se puede controlar esa contratransferencia sostenida en la ira y el desprecio, en el miedo de que nos lo pudo hacer a nosotros, a los que más amamos.


Además los invito a tener la suspícacia como evaluador, de que una sola palabra, una variante, un neologismo sin sentido puede sostener la respuesta a esa pregunta psicojurídica que tanta inquietud nos provoca.


De que en un proceso de psicodiagnóstico nos exige ser un "inquieto", un conocedor de la cultura en la que está inmersa cada persona, de que no podemos dejar de analizar esas metáforas culturales, mitológicas, religiosas que pueden abrir un portal hermenéutico inconmensurable… 




David Verdejo López
 ** huilliches

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